sábado, 15 de mayo de 2010

Personajes

Isabel Miranda de los Mangurriales:


Campesina de las praderas de la Toscana italiana, Isabel Miranda es la inesperada heredera de toda la fortuna de su tia abuela Ángela de los Mangurriales.



Luciana Francisca de los Mangurriales:

Hermana secreta de la anterior, luchará por conseguir parte de la herencia para repartirla entre los niños del mundo. Guarda un oscuro secreto que irá contra ella.


Alberto Jonás Filippo Bradimonti:


Pobre campesino de una villa cercana a la de Isabel Miranda y único conocedor del secreto de Luciana Francisca. Ayudará a esta en su periplo por conseguir la herencia.


Carmen Dorotea Sagrario del Villar:

Abogada de la familia Mangurriales e íntima amiga de Isabel Miranda, hará lo imposible por evitar que Luciana Francisca consiga la herencia.

Florencia Rosalinda Abigail Cristal Ladredi:


Antigua compañera de estudios de Isabel Miranda, jugará un papel clave en la relación entre las dos hermanas.



Ana Meritxell Faemina Casemball:

Nueva amiga de Luciana Francisca, que con sus influencias en el mundo de los negocios la ayudará en su lucha por la herencia.


Guillem "Guiye" Juan José Casemball:

Maligno hermano de la anterior, con todo tipo de contactos en la ciudad, intentará seducir a Isabel Miranda para conseguir parte de la herencia.



Ariadna Aritendiana Lidia Lamburias:

Criada de la mansión recién heredada por Isabel Miranda.




Y muchos más...

lunes, 18 de mayo de 2009

Capítulo 10, segunda temporada: de alguna manera, algún día.

Ariadna Aritendiana acompañó a Carmen Dorotea, empujando su silla de ruedas, hasta su despacho en el buffet. Una vez allí Carmen Dorotea le pidió que se marchara.

El despacho estaba tal y como lo había dejado hace meses, antes del accidentes, solo que con una capa de polvo. Era como si el tiempo se hubiera parado. Carmen Dorotea había perdido mucho en ese tiempo, muchos clientes, mucho dinero, y estaba llena de ira. Por eso, y aun a riesgo de que alguien entrara en ese momento y la viera, se levantó de su silla de ruedas y llena de rabia comenzó a tirar todo por los suelos, los montones de papeles apilados, las sillas, los muebles archivadores...

Finalmente ella también se derrumbó. Allí en el suelo, abatida, se preguntó que había pasado con aquella Carm,en Dorotea luchadora e incombustible. Quizá también la perdió en el accidente. Y después de muchos tiempo, una lágrima rodó por su ejillá y cayó. Pero no cayó al suelo, sinó sobre una ficha, y concretamente sobre la foto que había en la ficha. Era de uno de los casos antiguos del buffet.

Carmen Dorotea se paró a recogerla, y comprobó atónita quien era quien aparecía en la foto. Una sonrisa se dibujó en sus labios y en ese momento se prometió a si misma que pasaría mucho tiempo hasta que volviera a llorar de nuevo, porque el que aparecía en la foto no era otro que Bruno Donatello.

jueves, 14 de mayo de 2009

Capítulo 24, segúnda temporada: la boda.

Todo estaba preparado para el enlace entre Bruno Donatello y Dianella Francine. El enlace se iba a celebrar en una pequeña iglesia en el centro de Tulancia, pero finalmente fueron tantos los invitados que tuvieron que habilitar la plaza de la iglesia.

Las hermanas Mangurriales habían acudido por primera vez juntas a un evento en Tulancia, y eso era la comidilla del pueblo, casi más que la propia boda.

Dianella Francine estaba nerviosa, probándose el vestido, mientras Florencia Rosalinda y Ariadna Aritendiana la ayudaban.

- No se que me pasa- dijo - tengo un mal presentimiento, creo que algo malo va a ocurrir.

-Siempre estás igual- comento Florencias Rosalinda - llevas demasiado tiempo presionada por las amenazas de Carmen Dorotea, pero no puede hacer nada, sus acusaciones son infundadas.

-Lo se, lo se, pero aún así me queda ese presentimiento.

La iglesia cada vez estaba más llena, las hermanas Mangurriales se sentaron en una de las primeras filas, al lado de Alberto Jonás y de ese primo segundo suyo, Daniello, el arquitecto y experto en inversiones.

El novio estaba en el altar, esperando. Intentaba olvidar los acontecimientos del día previo: había matado a Carmen Dorotea, ahogada en la piscina. por el momento al parecer el cadaver no había sido descubierto, nadie había dado la voz de alrama en el pueblo.

Cuando Luciana Francisca se estaba sentando, algo resbaló de su bolso y cayó al dsuelo. Isabel Miranda se agachó a recogerñlo, y comprobó con sorpresa que se trataba del diamante azul con forma de corazón, el tesoro familiar perdido.

-¡Me engañaste! ¡ME ENGAÑASTE!- dijo Isabel Miranda - ¡durante todo este tiempo me has hecho creer que eras mi amiga y solo querías hacerte con la herencia! ¡Debí haber escuchado a Carmen Dorotea y sus advertencias sobre tí!

-Isabel Miranda, creeme, no lo había visto en mi vida, no se de donde ha salido- contestó Luciana Francisca.

-No me hables, Luciana, no me vuelvas a hablar- y se marchó de la iglesia, por en mitad del pasillo, mientras se cruzaba con Dianella Francine, que justo entraba en ese momento, cuando comenzaba a sonar la marcha nupcial.

Dianella recorrió el pasillo con una sonrisa, y aunque nadie se dió cuenta, era una sonrisa nerviosa. Bruno Doatello también la esperaba con una sonrisa, y aunque nadie se dio cuenta, también era una sonrisa tensa.

Cuando llegó al altar, la boda transcurrió con normalidad, y finalmente todo transcurrió perfecto, y las sonrisas tensas dejaron de serlo. hasta que el cura dijo:

-Si alguien tiene algo que decir, que lo haga ahora o calle para siempre.

En ese momento se abrió de golpe la puerta de la iglesia.

Ana Meritxell se encontranba parada en el umbral de la puerta, jadeando pues claramente había venido corriendo, pero tomó aire y gritó:

-Ya se quien manipuló los frenos del coche de mi hermano-, esta boda no puede seguir adelante.

Y en ese momento Dianella Francine se desmayó en mitad de la iglesia.

domingo, 8 de febrero de 2009

Capítulo 23, segunda temporada: Elisa Antonia

Bruno Donatello no cabía en sí de ira. No podía permitir que Carmen Dorotea arruinara su boda con Diannella. llevaban demasiado tiempo planeando el enlace, y solo de esa manera cumplirían la última voluntad de su bisabuela y heredarían sus tierras. Sin embargo, de alguna m,anera, Carmen Dorotea se había enterado de sus planes y desde ese momento les estaba extorsionando.

Sin dudarlo Bruno Donatello dirigió su Cadillac hacia la cas de Carmen Dorotea, arriesgándose a perder la cita con el sastre que le iba a hacer la última prueba del smokin. Pero esto era más importante.

Carmen Dorotea se encontraba en su jardín, tomándose el sol, con un Cosmopolitan en la mano. En realidad no era un Cosmopolitan, era un combinado de Ariadna Aritendiana que le preparaba al azar, porque no tenía ni idea de lo que era un cosmopolitan cuando se lo pedía. Ese día Carmen Dorotea estaba de buen humor.

-¿Ariadna Aritendiana?- gritó.

Y al poco apareció la muchacha.

-¿Qué deseas?
-Hoy te puedes marchar antes, me ha dado el puntillo- contestó Carmen Dorotea.

Ariadna Aritendiana recogió todas sus cosas a la velocidad de la luz para evitar que cambiara de opinión. Cuando se disponía a salir por al puerta, se encontró con Bruno Donatello, a punto de llamar, y le dejó pasar. Bruno se encontró con Carmen Dorotea, en su silla de ruedas, en ese jardín, al borde de esa piscina y con ese cosmopolitan, y su mente comenzó a maquinar:

-Un pequeño empujón, solo un empujoncito, y morirá ahogada en esa piscina, retorciéndose en su agonía, y todo el mundo pensará que se cayó porque estaba borracha....

Y poco a poco se acercó. En el último instante Carmen Dorotea se dió la vuelta y pero no pudo ver su cara. De pronto se vió sumergida en el agua sin saber muy bien que había pasado, y comenzó a chapotear. Bruno Donatello, asustadó de si mismo, de lo que había hecho, se quedó paralizado. No podía ayudarla, porque su ira sería terrible cuando la sacara. Así que decidió huir.

Carmen Dorotea era incapaz de nadar con su pierna ultraentablillada. Chapoteó sin fin, y cuando estuvo a punto de caer ahogada en el fondo, logróa zafarse de la escayola y salió a la superficie. Alguien, no sabía quien, había intentado matarla y pagaría por ello. Pero en esos momentos Gaernitia se había vuelto demasiado peligrosa: se había forjado muchos enemigos, ya no era un lugar seguro.

Así que entró a la casa, se cambió y pidió un taxi hacia la estación de trenes. Una vez en la estación se dió cuenta de que estaba comenzando una nueva vida. Tenía que empezar de cero. Incluso de cero coma. Sacó un fajo de billetes y se acercó a una anciana que esperaba la cola con su reserva para canjear su billete:

-Abuela- le dijo poniendo vocecilla de tia dura- le doy toda esta pasta a cambió de su reserva.

La anciana puso ojitos, miró el fajo, miró a Carmen Dorotea, miró su reserva y acto seguido se la entregó a Carmen Dorotea, agarró los billetes y huyó en todas diercciones. CArmen Dorotea se acababa de desprender de casi todo su dinero. Eso era parte de su plan.

Cuando llegó a la ventanilla de reservas, la cajera le preguntó su nombre. Aturdida, se dió cuenta de que no había pensado en ese pequeño detalle. Miró la reserva de la anciana que tenía entre sus manos y vió su nombre apuntado. Puso ojitos y contestó a la cajera:

-Elisa Antonia.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Capítulo 7, segunda temporada. Despiértame antes de irte

Un día más, Isabel Miranda había permanecido sentada en el sillón a los pies de la cama de la habitación del hospital donde su amiga Carmen Dorotea permanecía en coma. Estaba cansada y cada vez empezaba a estar menos convencida de que fuera a salir del coma. Todo el mundo se lo decía pero ella se resistía a creerlo. Por ello siempre esperaba que en cualquier momento Carmen Dorotea despertara y pudieran volver a hablar como antaño.

En ese momento llegó a la habitación Ana Meritxell. Desde la muerte de su hermano Guillem en el accidente de tráfico apenas se habían visto. Meritxella estaba cambiada, ya no parecía la misma, y se había distanciado de Luciana, a la que culpaba del accidente.

-Puedes marcharte, ya me quedo yo- dijo Ana Meritxell.

A Isabel Miranda le resultó extraño que Ana Meritxell dijera esas palabras, porque apenas conocía a Carmen Dorotea. Cualquier otra persona en su sano juicio, y más teniendo en cuenta que se encontraba dentro de una telenovela (cosa que Isabel Miranda no sabía), no hubiera dejado a esa muchacha a solas con Carmen Dorotea, dándole todas las posibilidades del mundo de que la desenchufará de las máquinas y la matara. Pero Isabel Miranda estaba demasiado cansada y decidió marcharse, sin encomendarse a Dios ni a la Virgen.

Ana Meritxell se quedó a solas con Carmen Dorotea y comenzó a hablar en confidencia con ella:

-Tú, tú ibas en ese coche y solo tú sabes lo que ocurrió. Apenas nos conocemos, pero te necesito, necesito que te despiertes, necesito vengar a mi hermano.

En ese momento Ana Meritxell metió la mano en su abrigo y sacó lentamente un objeto. Era la cajita de música que Ariadna encontró entre los escombros de la mansión, hundida en el barro.

-Toma, esto es lo único que queda de Villamanguillas, aquella herencia por la que tanto luchaste. Creo que debe ser tuyo.

Y dejando la cajita de música sobre la mesilla de noche, se marchó entre las sombras.

De pronto, en la oscuridad, la cajita de música se activó como un resorte, y comenzó a sonar su melodía en el silencio de la noche. En ese momento, e inesperadamente, Carmen Dorotea abrió sus ojos. Confundida, se retiró la mascarilla de oxígeno e intentó recordar lo que había ocurrido. Pasaron por su mente todas las imágenes del accidente, la herencia, y Luciana Francisca. Y en ese momento, roja de ira, agarró la cajita de música y la estrelló contra la pared.

La pequeña cajita quedó hecha pedazos en el suelo, aunque el mecanismo aún sonaba, mucho más debilmente. Un objeto en el suelo resplandecía iluminado por un rayo de luna que entraba por la ventana. Carmen Dorotea se levantó a ver lo que era, tambaleándose después de haber estado tanto tiempo encamada.

Sus ojos se abrieron como platos atónita al ver lo que tenía entre manos: el diamante más grande que había visto en su vida. Había estado todo ese tiempo encerrado en un compartimento secreto de esa cajita de música entrerrada desde tiempos ancestrales en los cimientos de Villamanguillas.

martes, 14 de octubre de 2008

Capítulo 23 (último de la 1ª temp.): Cuando el perro ladra

La tormenta azotaba de lleno a Gaernitia. El pueblo entero estaba sumido en la oscuridad de la noche, el viento soplaba entre las casas y la lluvia anegaba las calles. Los habitantes del villorrio, refugiados en sus casas, eran ajenos a la tragedia que se fraguaba a las afueras, en Villamanguillas.

La mitad oeste del caserón se había hundido en el fango, mientras la otra mitad luchaba inestable en medio de un rio de lodo. Luciana, Isabella y Ariadna trepaban por muebles y escaleras tratando de llegar al punto más alto de la mansión. En mitad de la tempestad, entre los truenos, Ariarina Aritendiana escuchó un débil sonido, y pronto se dio cuenta de que era el teléfono, que de manera milagrosa continuaba funcionando. Hizo un esfuerzo inhumano por responder, y encontró al otro lado a su amiga Florencia Rosalinda:

-¿Dónde estais? me teneis preocupada- dijo Florencia Rosalinda, de manera entrecortada entre interferencias.
-¡Florencia Rosalinda Abigail Cristal! -respondió Ariadna- ¡Cuanto me alegra oirte! ¡Eres nuestra salvación! Manda ayuda deprisa, la mansión se hunde, estamos todas dentro. ¿Florencia? ¿Me oyes Florencia?

Ariadna Aritendiana se arrepintió de haber invocado el nombre completo de su amiga, pues para ese momento la coomunicación se había cortado y ante sus propios ojos veía como el poste de teléfono se tambaleaba y posteriormente se precipitaba sobre la casa.

El poste destrozó el muro de la habitación donde se encontraban Luciana e Isabella, hundiendo el suelo en una gran grieta por donde se deslizó Isabel Miranda, a la que en el último instante pudo rescatar su hermana asiéndola por la mano.

-No me sueltes, Luciana Francisca, no me sueltes.
-No te voy a soltar, tranquila.

Sin embargo la casa se hundía poco a poco.

De pronto, un nuevo estruendo, un nuevo trueno sonó, pero se mantuvo en el tiempo y cada vez se hacía más fuerte. De pronto una luz se iluminó en el cielo y apareció un helicóptero que lanzó una escalera a las muchachas. ¡Estaban salvadas! Asomando la cabecilla desde el helicóptero se encontraba su amiga Florencia Rosalinda.

Mientras tanto, por las carreteras llenas de curvas de las montañas, un Mercedes pasaba a toda velocidad el cartel que marcaba el límite de Gaernitia. Guillem conducía el coche, los ojos fijos en la carretera, mientras Carmen Dorotea aún no se podía creer lo que estaba haciendo: robar el documento de la herencia de Ángela de los Mangurriales para posteriormente chantajear a las hermanas Mangurriales desde el paraiso fiscal de Islas Pilarinas. Fue en ese momento, y solo en ese momento, cuando Carmen Dorotea se dio cuenta de que Isabel Miranda se había convertido realmente en su amiga.

-¡Para, Guillem, no podemos hacer esto!- gritó Carmen Dorotea
-¡Deja las drogas!- contestó Guillem - ¿Llevamos meses planeando esto y ahora quieres que pare?
-¡Sí, para, no quiero formar parte de esta farsa!
-Se ha vuelto loca, se ha vuelto loca, se ha vuelto loca...- se limitó a canturrear Guillem
-¡¡Que pares!!-dijo Carmen Dorotea embriagada de ira.

En ese momento un gato se cruzó en la carretera y Guillem, tratando de esquivarlo, dió un giro inesperado. El coche derrapó en la calzada rebosante de agua, chocó con la mediana destrozándola y finalmete cayó por un despeñadero.

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A la mañana siguiente la tormenta solo era un vago recuerdo. lucía un sol espléndido. Sin embargo la casa amaneció mediodestruida. El ala de madera estaba totalmente hundida, mientras que la de piedra aún se mantenía en pie como un vago recuerdo de lo que en otros tiempos fuere Villamanguillas.

Las hermanas observaban la escena un tanto anonadadas.

-Bueno, tendremos que ponernos manos a la obra para reconstruirla- dijo Luciana.
-Estoy de acuerdo- contestó Isabella.

Corriendo de entre las ruinas apareció Ariadna con algo entre las manos.

-¡Mirad lo que he encontrado, mirad lo que he encontrado!

Se trataba de una pequeña caja de música, que de pronto se le resvaló de las manos y se abrió en elñ suelo. Sonó una alegre musiquilla (a la par que misteriosa) y de su interior salió una llave. Las dos hermanas se miraron con ojitos.

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Mientras tanto en Nápoles Ana Merixell se despertaba con el sonido del teléfono.

-¿Quién es?

A medida que recibía las noticias del accidente del mercedes, su cara fue cambiando hasta ponerse blanca, y finalmente ahogó un grito.

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!

Fin de la primera temporada.

sábado, 19 de mayo de 2007

Dos hermanas

Una noche oscura a las afueras de Gaernitia, en la toscana italiana. Una mujer está dando a luz con la única compañia de su tia y el mozo del establo.

La mujer da a luz a una niña, pero de pronto... ¡Sorpresa, sorpresa! Otra criatura está en camino, otra niña. La madre, que no ha sido capaz de soportar el parto, mientras exhala sus últimas respiraciones, pide a su tia, la señora Ángela, que se haga cargo de las niñas y les pone un nombre a cada una: Luciana Francisca e Isabel Miranda. Acto seguido muere.

La señora Ángela, que se siente demasiado mayor para quedarse a cargo de dos criaturas, encarga al mozo del establo que viaje hasta Nápoles con una de ellas y se la entregue a unos conocidos de su confianza.

Alguien, desde la rendija de la puerta, ha observado toda la escena.

25 años después

Isabel Miranda trabaja en la finca de su tia abuela Ángela. Por la mañana ayuda en los campos y por la tarde acude a las clases que se imparten en Gaernitia para futuros profesores, con su inseparable amiga Florencia Rosalinda, con la que ha compartido algunos de los mejores momentos de su vida y a la que considera la hermana que nunca tuvo.

A pesar de que su tia osee una de las grandes fortunas de Italia, vive en su rústica finca de Gaernitia desde hace muchos años, y por ello Isabel Miranda ha llevado una vida de campesina total.

Un día, regresando de sus clases vespertinas, Isabel Miranda escucha revuelo en la finca. Todos los sirvientes se arremolinan alrededor de un punto en el campo. Isabel Miranda, temiéndose lo peor, corre hacia el lugar y tras apartar a todo tipo de campesinos, encuentra el cuerpo sin vida de su tia abuela Ángela.

Isabel Miranda cae desmayada al suelo. Cuando despierta, en una cama de la vieja casa, cree estar sola en la habitación, pero pronto descubre dos figuras: una, la de Alberto Jonás, hombre de confianza de su tia abuela, que apenas si se ha separado del lecho mientras Isabel dormia; la otra es una mujer. Su cara le resulta conocida a Isabel Miranda, pero no sabe quien es.

- Hola, soy Carmen Dorotea - dice suavemente - la abogada de tu familia.

Isabel Miranda mira hacia otro lado. En ese momento no está dispuesta a hacer los trámites legales.

- Vamos, Isabel Miranda - continua Carmen Dorotea - se que es duro, pero tienes que afrontar la realidad: tu tia abuela a muerto y ahora tú eres la que está al frente de su fortuna. Y tienes que ser fuerte.

Fortuna. Isabel Miranda no puede evitar que los ojos le hagan chiribitas y se da la vuelta rápidamente. Siempre había deseado que llegara ese momento, aunque no de esta manera... De todas formas, si el destino lo había querido así sería por algo.

- Carmen Dorotea - dice Isabel Miranda con voz débil pero firme - se lo que tengo que hacer. ¡Lo se! Y creeme, puedes confiar en mi, porque yo dirigiré con mano firme la fortuna de mi tia. Así lo haré.

-Lo se - contesta con aires misteriosos y poniendo ojitos Carmen Dorotea - lo se...

Alberto Jonás abandona silenciósamente la estancia y monta en su caballo en dirección a Gaernitia. Ha llegado el momento. El momento de ir a Nápoles.

viernes, 18 de mayo de 2007

Otra vida

Desde la terraza de la habitación del moderno ático que Luciana Francisca compartía con su hermana Ana Meritxell se podía ver toda la bahía de Nápoles con el puerto al fondo.

Luciana Francisca se despertó esa mañana tarde, con la música que sonaba en su radio-despertador. Era sábado, y eso quería decir que probablemente ella y Ana Meritxell irían a darse una vuelta en uno de los barcos de vela de alguno de los chicos del puerto.

Luciana Francisca se desperezó, salió al balcón a disfrutar de la agradable brisa napolitana, y luego se dirigió al salón para tomar el desayuno. Sin embargo, en ese salón, tomando una taza de café con Ana Meritxell, le esperaba una sorpresa.

Cuando salió de su cuarto encontró a Ana Meritxell sentada con su batín de seda azul a un lado de la barra americana que separaba el salón de la cocina, y al otro a un misterioso muchacho, con barba de 3 días y con pinta de no haberse duchado en otros tantos (vamos, que olía a chotún).

-¿Quién es el chico este?- pregúntó Luciana Francisca.

- Hola Luciana, te presento a Alberto Jonás, creo que tiene algo que contarte- dijo Ana Meritxell.

El chico (este) parecía cansado a la par que nervioso y lévemente asustado por la noticia que tenía que dar.

-¡Vamos, que pasa, dejad de haceros los sospechosos!- dijo Luciana Francisca.

A kilómetros de distancia, en Gaernitia, Isabel Miranda se dirigía a la oficina notarial en compañía de su abogada, Carmen Dorotea.

-¿Te das cuenta de que dentro de poco la mayor parte de este pueblo será tuya?- preguntó alegremente Carmen Dorotea.

-Aún no lo asumo, Carmen Dorotea, pero creeme, estaba preparada para este momento- contestó orgullosa Isabel Miranda.

En la distancia, en Nápoles, estaban a punto de dar una noticia que cambiaría toda la vida de Isabel Miranda... otra vez.

jueves, 17 de mayo de 2007

Las protagonistas de BDP invitadas a la gala de los Emmy

Ariarinna y Florentza a las puertas del Teatro Chino

Varias de las protagonistas de Borracha de Poder acudieron a la gala anual de entrega de los Emmy que se celebró en el Teatro Chino de Los Ángeles, California. Aunque la serie no se encontraba entre las nominadas, ya que los premios se otorgan a los mejores programas del año pasado, Isabella y Lucianna fueron las encargadas de la entrega del premio a la mejor serie extranjera.

miércoles, 16 de mayo de 2007

Algo se acerca

-¡Habla!- gritó Luciana Francisca, entre nerviosa y enojada, mientras zarandeaba a Alberto Jonaso -¡Habla, quien quiera que seas!

-Tranquila- dijo Ana Meritxell, mientras intentaba contenerla- te lo va a contar todo, lo zarandees o no.

-¡De eso nada!- dijo de pronto Alberto Jonás, alejándose de ellas- no se si me habéis tomado por el pito del sereno, pero llevo varios días de viaje en carro hasta llegar aquí para contar la dichosa noticia, y no estoy dispuesto a que se me trate así. Me marcho.

Meritxell fue hacia Alberto Jonás.

-Perdónala, a veces tiene esos prontos, no aguanta bien los misterios, está enganchada a demasiadas series de ficción, y a menudo jamás ve los finales de temporada u otras personas le cuentan lo que va a ocurrir antes de tiempo.

-Está bien- dijo, tranquilizándose, Alberto Jonás, y quizá remordiéndole la conciencia el que él mismo, en el pasado, desvelara la identidad del asesino de Laura Palmer a un inocente muchacho- volveré a hablar con ella.

Mientras tanto, en la oficina notarial de Gaernitia, Carmen Dorotea e Isabel Miranda esperaban sentadas en la sala de espera, hechas un manojo de nervios.

-Carmen Dorotea- comenzó Isabel Miranda- hay algo que no entiendo de todo esto ¿Cómo es posible que tú estuvieras al tanto de todo el tema de la herencia? Yo ni siquiera te conocía.

-Sí, lo se, tu tía abuela intentó mantenerte al margen de todos estos mundos, para que vivieras en la inocencia, pero me encargó que a su muerte viniera ipso-facto para evitar que otras personas intentaran aprovecharse de la situación.

-¿Qué otras personas?

-Otras... personas- dijo Carmen Dorotea haciendo los clásicos ojitos que tanto la caracterizaban.

Mientras tanto, en Nápoles, y tras obligar a Luciana Francisca a tomarse una tila, Alberto Jonás se disponía a dar la noticia.

-Está bien- dijo- lo contaré todo de un tirón. Luciana Francisca, tú no eres la hermana de Ana Meritxella: eres adoptada.

-¿Cómo?- dijeron sorprendidas las dos muchachas.

-Si, asumidlo, y no me corteis más. Resulta que tu madre murió cuando te dio a luz, Luciana Francisaca. Bueno, cuando os dio a luz a ti... y a tu hermana.

-¿Cómo?- volvieron a decir, interrumpiendo de nuevo.

-Lo se, es impactante, pero no me cortéis. El caso es que como tu madre vio que estaba a punto de morir, le encargó vuestro cuidado a tu tía abuela, pero como ésta era un poco anciana, se vio sobrepasada y se quedó con tu hermana y a ti te mandó con una familia de confianza, la de Ana Meritxella.

-¿Cómo?

-Si, si, tal como lo oís. Pero si eso os ha parecido fuerte, aquí viene lo mejor: tu tía abuela acaba de morir, dejando toda su herencia a sus únicas herederas... tu hermana y ... ¡Tú!

-¿Cóoooooomoooo?

Y fue el último "como", porque acto seguido Luciana Francisca se desmayó.