martes, 14 de octubre de 2008

Capítulo 23 (último de la 1ª temp.): Cuando el perro ladra

La tormenta azotaba de lleno a Gaernitia. El pueblo entero estaba sumido en la oscuridad de la noche, el viento soplaba entre las casas y la lluvia anegaba las calles. Los habitantes del villorrio, refugiados en sus casas, eran ajenos a la tragedia que se fraguaba a las afueras, en Villamanguillas.

La mitad oeste del caserón se había hundido en el fango, mientras la otra mitad luchaba inestable en medio de un rio de lodo. Luciana, Isabella y Ariadna trepaban por muebles y escaleras tratando de llegar al punto más alto de la mansión. En mitad de la tempestad, entre los truenos, Ariarina Aritendiana escuchó un débil sonido, y pronto se dio cuenta de que era el teléfono, que de manera milagrosa continuaba funcionando. Hizo un esfuerzo inhumano por responder, y encontró al otro lado a su amiga Florencia Rosalinda:

-¿Dónde estais? me teneis preocupada- dijo Florencia Rosalinda, de manera entrecortada entre interferencias.
-¡Florencia Rosalinda Abigail Cristal! -respondió Ariadna- ¡Cuanto me alegra oirte! ¡Eres nuestra salvación! Manda ayuda deprisa, la mansión se hunde, estamos todas dentro. ¿Florencia? ¿Me oyes Florencia?

Ariadna Aritendiana se arrepintió de haber invocado el nombre completo de su amiga, pues para ese momento la coomunicación se había cortado y ante sus propios ojos veía como el poste de teléfono se tambaleaba y posteriormente se precipitaba sobre la casa.

El poste destrozó el muro de la habitación donde se encontraban Luciana e Isabella, hundiendo el suelo en una gran grieta por donde se deslizó Isabel Miranda, a la que en el último instante pudo rescatar su hermana asiéndola por la mano.

-No me sueltes, Luciana Francisca, no me sueltes.
-No te voy a soltar, tranquila.

Sin embargo la casa se hundía poco a poco.

De pronto, un nuevo estruendo, un nuevo trueno sonó, pero se mantuvo en el tiempo y cada vez se hacía más fuerte. De pronto una luz se iluminó en el cielo y apareció un helicóptero que lanzó una escalera a las muchachas. ¡Estaban salvadas! Asomando la cabecilla desde el helicóptero se encontraba su amiga Florencia Rosalinda.

Mientras tanto, por las carreteras llenas de curvas de las montañas, un Mercedes pasaba a toda velocidad el cartel que marcaba el límite de Gaernitia. Guillem conducía el coche, los ojos fijos en la carretera, mientras Carmen Dorotea aún no se podía creer lo que estaba haciendo: robar el documento de la herencia de Ángela de los Mangurriales para posteriormente chantajear a las hermanas Mangurriales desde el paraiso fiscal de Islas Pilarinas. Fue en ese momento, y solo en ese momento, cuando Carmen Dorotea se dio cuenta de que Isabel Miranda se había convertido realmente en su amiga.

-¡Para, Guillem, no podemos hacer esto!- gritó Carmen Dorotea
-¡Deja las drogas!- contestó Guillem - ¿Llevamos meses planeando esto y ahora quieres que pare?
-¡Sí, para, no quiero formar parte de esta farsa!
-Se ha vuelto loca, se ha vuelto loca, se ha vuelto loca...- se limitó a canturrear Guillem
-¡¡Que pares!!-dijo Carmen Dorotea embriagada de ira.

En ese momento un gato se cruzó en la carretera y Guillem, tratando de esquivarlo, dió un giro inesperado. El coche derrapó en la calzada rebosante de agua, chocó con la mediana destrozándola y finalmete cayó por un despeñadero.

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A la mañana siguiente la tormenta solo era un vago recuerdo. lucía un sol espléndido. Sin embargo la casa amaneció mediodestruida. El ala de madera estaba totalmente hundida, mientras que la de piedra aún se mantenía en pie como un vago recuerdo de lo que en otros tiempos fuere Villamanguillas.

Las hermanas observaban la escena un tanto anonadadas.

-Bueno, tendremos que ponernos manos a la obra para reconstruirla- dijo Luciana.
-Estoy de acuerdo- contestó Isabella.

Corriendo de entre las ruinas apareció Ariadna con algo entre las manos.

-¡Mirad lo que he encontrado, mirad lo que he encontrado!

Se trataba de una pequeña caja de música, que de pronto se le resvaló de las manos y se abrió en elñ suelo. Sonó una alegre musiquilla (a la par que misteriosa) y de su interior salió una llave. Las dos hermanas se miraron con ojitos.

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Mientras tanto en Nápoles Ana Merixell se despertaba con el sonido del teléfono.

-¿Quién es?

A medida que recibía las noticias del accidente del mercedes, su cara fue cambiando hasta ponerse blanca, y finalmente ahogó un grito.

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!

Fin de la primera temporada.